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Jueves, 18 de Abril de 2024

Crónica: los apagones cambian hábitos diarios en Huauchinango

El tema de los apagones ha invadido los medios de comunicación, las pláticas de banqueta, las charlas de sobremesa y hasta los pleitos.
Domingo, 7 de Febrero de 2016 17:34

Huauchinango, Pue.- Actitudes y hábitos de los habitantes de la región se han modificado en los últimos dos meses con los prolongados cortes de energía eléctrica: la gente le ha perdido el miedo a la oscuridad, pasea en penumbras y se han recuperado las charlas y la lectura, por la falta de señal en el televisor y las fallas de la internet.

El tema de los apagones ha invadido los medios de comunicación, las pláticas de banqueta, las charlas de sobremesa y hasta los pleitos y debates entre las autoridades y algunos de sus detractores, quienes no dudan –unos y otros-, en echarse la culpa por la falta de luz, dejando de lado el problema de fondo: la irregularidad en el servicio desde hace 7 años cuando Felipe Calderón extinguió Luz y Fuerza del Centro; la falta de un contrato que rija la relación con CFE y el golpe económico que significó para la región esta medida.

Tal vez, lo único que sigue su curso sin alteraciones son las misas vespertinas en la singular parroquia de Huauchinango o en el Santuario dedicado al santo patrono de Huauchinango: el sacerdote llega preparado a oficiar la eucaristía, lo mismo hace la gente. El cura carga una lámpara de mano y una bocina de mediano tamaño que coloca en el altar, le conecta un micrófono y, a lo lejos, sólo se alcanza a ver el diminuto foco rojo del altavoz y la linterna que sostiene el acólito o sacristán, mientras se leen las “sagradas lecturas”.

Se completa el ritual, imperturbable. Al término, los feligreses salen con cuidado para evitar empujones o posibles tropiezos y casi todos sacan de entre sus ropas una lámpara de mano que les permite avanzar hasta el transporte público o a sus viviendas con mayor seguridad.

En el jardín, en penumbras o apenas iluminado por algunos focos de los negocios que han comprado una planta, se puede ver a las parejas de enamorados, volteando hacia el cielo, asombrándose de las estrellas y la luna, claro, si la neblina lo permite. Cuando deciden irse, encienden sus linternas de mano para alejarse.

En la calles de la ciudad, muchos procuran caminar en grupos de más de dos personas para inhibir alguna acción de delictiva, como asaltos, robos, u otras agresiones. No todos lo han logrado, se habla de un taxista golpeado y robado; de una mujer también golpeada.

Quienes trabajan por “tarea o destajo” y regularmente terminaban su jornada entrada la noche, como los obreros de una pequeña maquiladora de ropa, empleados del servicio doméstico, o capturistas de datos, decidieron iniciar sus labores a un hora más temprana. Esto si es que el servicio de energía eléctrica no se interrumpe a una hora indistinta de la que ha venido ocurriendo: entre las 18 y las 19 horas.

Algunos restaurantes o pequeñas fondas de alimentos, cambiaron sus rutinas: acumulan ingredientes que debes ser molidos en una licuadora para irlos utilizando aunque no haya luz, es decir, aprovechar las horas; fabrican sus pasteles más temprano para usar sus batidoras y preparan café en sus electrodomésticos para luego calentarlo en sus estufas.

En algunos locales comerciales se pueden ver plantas de energía eléctrica que funcionan con diésel; los empresarios invirtieron en estas generadoras y acostumbran dotarse del combustible  cuando hay luz para que en el momento en el que se interrumpa el suministro, las máquinas entren en función y así evitar dejar de prestar sus servicios.

En las viviendas se protegen los aparatos electrónicos con reguladores o baterías, que después de cinco o hasta 30 minutos, permiten apagar los artefactos para evitar daños o, simplemente, al salir de sus casas dejan desconectados sus utensilios para evitar las variaciones de voltaje que han dejado pantalla, refrigeradores y hornos de microondas quemados.

El cambio de hábitos es común entre quienes viven en Huauchinango, Juan Galindo y Ahuazotepec, es una forma de resistir la “embestida” de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) que quiere hacer cobros millonarios, sin haber tomado nunca la lectura de los consumos y, según se ha informado a la población, sin que tenga derecho a hacerlo.

Por eso, expresaron muchas de las personas que marcharon por la carretera el viernes pasado, han sido malas experiencias que encierran pérdidas económicas en robos, aparatos descompuestos y la caída en las ventas, “pero la CFE ha unido al pueblo, pero en su contra y nos ha enseñado a organizarnos y a vernos como vecinos -en el significado más puro del término: cercanos, porque compartimos el mismo problema. La CFE nos ha igualado”. 

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