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Sábado, 20 de Abril de 2024

El vuelo de las chícales, anuncio de fertilidad y abundancia

También conocidas como Chicatanas en otras partes del país, estos insectos forman parte de la dieta prehispánica.
Miércoles, 25 de Junio de 2014 15:33

Xicotepec, Pue.- La fiesta de San Juanito Techachalco indica el periodo de fertilidad de la tierra, que se anuncia en la sierra poblana con el vuelo nupcial de las chícales –hormigas sanjuaneras- que salen en busca de un macho para aparearse. La mayoría, sin embargo, termina en las mesas de los serranos, que lo mismo las comen en salsa con carne de puerco que fritas con aceite de oliva o nomás asadas con sal en un taco.

Quien nos habla de este exótico gusto es don Juan Manuel García Castillo, ex presidente municipal de Pahuatlán, cafeticultor, ahora avecindado en Xicotepec, donde este día retumba el sonido de los cuetes que queman los danzantes en la Xochipila, un montículo prehispánico, lugar de adoración de Juan Techachalco, patrón de la fertilidad y la fecundidad de todas las plantas, ahora confundido con San Juan Bautista. La fiesta marca también el solsticio de verano.

Don Juan, nos dice, que la celebración tiene muchas más coincidencias, porque también el 24 de junio los campesinos siembran el cempasúchitl para que su cosecha esté a tiempo en el Todos Santos que, como casi todas las fiestas de nuestra cultura, tiene que ver con el ciclo agrícola.

Un copioso aguacero es el augurio de una buena recolección de chícales, hormigas color café, con grandes alas, enormes patas y un tremendo trasero. Cuentan que “ésas son las más sabrosas”.

Tras la fuerte lluvia, luego que el cielo escampa, las hormigas empiezan a salir de sus agujeros, siempre que sea de noche. “Cuando salen, emprenden un vuelo de amor a las alturas, con el ánimo de encontrar un macho y reproducirse, es como un vuelo nupcial, si lo hallaron se despojan de sus alas y regresan a la tierra, tal vez para formar su propia colonia”.

Antes de la temporada de lluvias en los hormigueros de las chícales -también llamadas chicatanas, sompopos de mayo y hormigas culonas-, hay una actividad febril: “juntan provisiones justo para esperar los aguaceros, meten hojas y hojas y eso hace ver que algo va a pasar ahí. Construyen unos nido como bolas, son colonias grandes, en unas están los machos y en otras las hembras”, explica don Juan.

 “Me acuerdo que desde que era niño, allá por los años 60, -cuando no había alumbrado en los pueblos de la sierra-, y ya se sabía que había llovido y las hormigas estaban bien alborotadas, empezaban los preparativos para irnos a juntarlas. Había que comprar el petróleo, el pabilo, tener dos o tres quinqués y llegar a los hormigueros a apartarlos más o menos temprano”, añade.

Los chicaleros se reúnen en torno a los hoyos que son llamados troneras, así como las bocas de los cañones, de los mosquetones, cada uno llega con hojas, con papel o con trapos y cubre los huecos para indicar que ya está apartado. “Uno no se puede mover de ahí porque te lo ganan, si llueve ahí esperas a que pase el agua y, luego, en la madrugada o como a las 11 ó 12 de la noche empiezan a salir las hormigas”.

“Es una cosa extraordinaria,  no van formadas así como que tengan un orden, pero primero salen las gordas y luego flacas de 8 en 8, de 10 en 10, de 6 en 6.  Cuando las alumbras, las hormigas detienen su vuelo, entonces ya debes tener cerca un palo al que le pusiste un gancho y lo metes a los agujeros y las sacas, pero se pueden escoger bien entre las papalotas, que son flacas y no sirven para nada, y las chícales que tienen una colota grandota, esas son las más sabrosas”.

Aunque las hormigas no pican muy fuerte, salen miles y miles, y entonces se te meten por todos lados, por eso hay que estar en un movimiento constante. “Hay unas hormigas grandes, grandes, grandes que si te pican y cuando te las quitas, su cabeza se te queda incrustadas, son hormigas guerreras. Así que su captura no es cosa fácil, tienes que estarte quitando las hormigas, vigilando tus agujeros, casi siempre se lleva un bote con tapa porque las que vas atrapando las vas aventando ahí y tapándolas, es un trabajo complicado que se acaba a las 5 ó 6 de la mañana y si bien te va, puedes atrapar 4 o 5 cuartillos que se cotizan hasta en 400 pesos cada uno”, refiere.

Don Juan asegura que también entre las chícales hay clases: él cree que su sabor y tamaño varía por el tipo de suelo. Las de San Pablito, Zacapehuaya y Chilepa en Pahuatlán son las más sabrosas porque ahí hay una tierra arenosa, rica en potasio, que le da crecimiento al fruto. En esos lugares, explica, se siembra cacahuate desde hace muchísimos años y no se usan fertilizantes ni pesticidas, y se siguen dando de buen tamaño y en abundancia.

 “Pero yo me comería con mucho gusto las de otras partes, como las de Chiapas y Veracruz, en sus regiones cafetaleras”, afirma.

Dice don Juan que la manera más común de comerlas es en salsa molcajeteada, con ajo y chiles para acompañar un plato de frijoles de olla; también se guisan en chile de carne de puerco o con pollo, eso sí, siempre asadas en el comal, sin alas, sin patas, sin cabeza. “Ya ni me digan”, añade mientras saliva.

También quedan riquísimas en tamales que se hacen muy a la pahuatleca con cacahuate y con cilantro, pero de esos no a cualquiera se le venden, son de la casa.

 “Las chícales no son algo que uno ande ofreciendo tanto, sólo si tienes muchas, invitas. Ahí las vas sacando cuando hay alguna fiesta. Hay quien las fríe con aceite de oliva y las come como botana o simplemente asadas, otros se las comen crudas. Pero el plato más significativo, más chingón, es cuando agarras una tortilla, agarras tu bodoque de hormigas y les pones sal. No tienen comparación.  La gente grande las consume porque dicen que tienen propiedades afrodisiacas, que son mejor que el Viagra. Pero la verdad, lo mejor es su sabor”, concluye.

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