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Viernes, 19 de Abril de 2024

Se abre camino en Tenango la cultura de los árboles bonsái

En esta junta auxiliar de Huauchinango, donde la mayoría de la población se dedica a la floricultura.
Viernes, 18 de Abril de 2014 17:00

Huauchinango, Pue.- Al árbol, lo que pida, parece ser la filosofía de Juan González, joven criador de bonsái en Tenango de las Flores, la junta auxiliar más grande del municipio de Huauchinango, donde la mayoría de la población se dedica a la floricultura y algunos, como él, parecen haber nacido especialmente para esto.

En la comunidad se ha hecho tradición que los criadores de plantas y las autoridades organicen exposiciones y venta de flores en la explanada de la famosa Casa de Tizoc, bautizada así por haber sido escenario de la película que en los años 50 protagonizaron María Félix y Pedro Infante. Ahí pudimos platicar con Juan.

Cuando pensamos en los criadores de bonsái, nos imaginamos a personas que tienen todo el día en las manos una pinza de depilar o una tijera, para irle quitando las ramitas; que viven con el rociador de agua cerca hasta de donde duermen, para regarlos a cada momento. Pero Juan nos desmintió, los criadores de bonsái son personas que se dedican más a observar y a escuchar a sus arbolitos que a estarlos podando.

También acabó con nuestra vieja creencia de que un bonsái es una variedad especial de árbol. Un bonsái es un árbol normal y corriente, al que mediante algunas técnicas, se reducen el tamaño de sus hojas y frutos. Estas técnicas son la poda de raíces, el trasplante a macetas pequeñas o mejor dicho poco profundas, el recorte, mucho sol, poca agua y un sin fin de cosas más.

Juan vende bonsáis y prebonsáis desde niño, sus precios son variados, van desde 80 hasta 6 mil pesos, todo depende de la edad y el trabajo invertido en los árboles, pero además de venderlos, el muchacho se toma su tiempo para aconsejar a su clientela:

“Hay que estar pendiente de ellos, y solitos te piden lo que necesiten: sombra, sol, agua, es cuestión de conocerlos. Para irle dando forma, lo vas recortando, le vas quitando las ramitas. Todo lo chiquito se corta y dejas lo grande, hay que meterle un poquito de trabajo, con tantito que le metas, se va notando”.

Hay algunos bonsáis sembrados en una piedra, estos no requieren más tierra, “la roca es materia orgánica, es rica en vitaminas para el arbolito que vive de la piedra. Mientras la piedra esté mojada, el arbolito está feliz. En todo caso, cuando el arbolito esté más grande va a empezar a romper la piedra, lo que hay que hacer es dejar que se parta o se siembra la piedra, porque la raíz la rompe, si quieres compras una maceta, y ahí la siembras y así te dura unos cinco años”, añade.

La especie que más abunda en el bosque miniatura de Juan es el junípero, en muchas de sus variedades: el junípero montaña verde, “su tronquito es rugoso y sus ramas verde claro, hay otro con tronco liso y su follaje es verde, pero más azulado, y este es junípero San José sus hojas son de diferente tamaño”.

Para darle forma a un bonsái, se le pone a las ramas alambre, pero hay trabajos distintos. “Lo que hay que hacer primero es podarlo y quitarle las ramitas, es un trabajo sencillísimo –anima Juan- luego se alambran y se ven bonitos, pero hay muchas reglas: no debe haber ramas al mismo nivel, la primera rama debe ser muy pesada, las de arriba deben ser más cortas, debe haber una rama de contrapeso.

Hay que ponerles agua, nunca debe faltarles, pero no mucha, aunque si les falta o les sobra se mueren. “Si tienen mucha sombra se ponen tristes y se van a poner feos, pero no se van a morir, pero el mismo árbol te va pidiendo el agua, cuando se pone café, pues es que te está pidiendo agua y un poco de sombra, hay que echarles agüita en el follaje, quitarles el polvo, bañar los árboles, porque si no se les puede hacer hongo. Quitarles las hojitas secas de en medio, para que den paso a las nuevas”.

La principal causa de muerte en las plantas es el exceso de riego, tanto se está pendiente de que no se seque, que hay quienes pecan de exceso y muchas veces es peor el remedio que la enfermedad, aprendemos.

Así que mientras los expertos o más experimentados criadores de bonsáis se preocupan un 80 por ciento del tiempo de que sus árboles tengan el riego, el sol y el abono adecuado, justo y necesario, el otro 20 por ciento del tiempo lo dedican a darle forma, y que estén sanos y fuertes; los novatos y más incultos pasan el 80 por ciento del tiempo pensando en trasplantar, alambrar, podar, abonar… de forma compulsiva, pero se olvidan de la primer regla del bonsái, que Juan se sabe perfectamente, hay que tener paciencia.

O hay quien lo dice mejor, “¿cómo hacer un bonsái?: ¡A golpes de leñador con precisión de cirujano!”.

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